En lo que respecta a los psicodélicos, hay todo un alucinante mundo ahí fuera. Un ejemplo es el cactus San Pedro, un alucinógeno tradicional de América del Sur, que se ha utilizado durante miles de años en rituales chamánicos. Este cactus de mescalina ha ocupado un lugar en el corazón de muchos psiconautas experimentados durante mucho tiempo, así que hemos pensado en elaborar una breve guía sobre todo lo que hay que saber de él.
El cactus San Pedro, conocido científicamente como Echinopsis pachanoi, es uno de los varios cactus que contienen mescalina y que han sido consumidos por varias culturas durante miles de años. Se estima que el San Pedro seco contiene hasta un 2,375% de mescalina en volumen, aunque también contiene otros alcaloides como la tiramina, hordenina, 3-metoxitiramina, anhalaninina y anhalonidina.
La mescalina es un alucinógeno con efectos que van desde la euforia hasta alucinaciones intensas y vívidas. Si bien hoy en día el San Pedro se consume en todo el mundo como un psicodélico natural, las culturas andinas indígenas utilizaron durante mucho tiempo este cactus con propósitos adivinatorios. Como tal, a día de hoy, el cactus se utiliza tanto a nivel recreativo como espiritual.
Aunque los efectos de las sustancias psicodélicas pueden ser difíciles de calcular con precisión, los efectos habituales que se experimentan con el San Pedro incluyen: regreso de recuerdos olvidados, sensibilidad extrema a la luz y el color, sinestesia, percepción alterada del tiempo y visiones con los ojos abiertos y cerrados. Este último, tiene un interés particular para muchos usuarios que consumen mescalina, ya que la sustancia puede provocar patrones de visiones de varios tipos.
En general, la experiencia se compara con la de otros alucinógenos debido a la sensación de percepción espiritual y conexión que te inunda. Los efectos comienzan aproximadamente 1-2 horas después de la ingestión y alcanzan su punto máximo durante otras 2-4 horas antes de empezar a disminuir de forma gradual durante otras 8 horas aproximadamente.
Los efectos del San Pedro comparados con los del peyote, según se dice, son mucho más agradables; el pico es menos alucinógeno y menos físico. El San Pedro tiene un sabor ligeramente amargo, y las naúseas inevitables asociadas al peyote, en este caso son menos probables.
De todos modos, el San Pedro puede inducir naúseas en algunos consumidores, e incluso causar vómitos, antes de que comience el viaje. Esto se considera de forma tradicional como una forma de "limpieza" que asegura que tu cuerpo y espíritu están "limpios" para el viaje que se avecina.
La planta solo necesita agua y algunos nutrientes. Al San Pedro le gusta el calor y la luz. Las colinas en las que suele crecer tienen suelos ricos en nutrientes; añade algo de vez en cuando, pero no demasiado, porque al fin y al cabo es un cactus. Para cultivar estos cactus en el interior, asegúrate de que reciban luz directa del sol – el mejor lugar para colocarlo es en el alfeizar de una ventana orientada al sur. En días muy calurosos les vendrá bien un poco de agua extra.
Si lo cultivas a partir de un esqueje, lo tendrás que secar primero – hasta que la herida haya “sanado” – y dejarlo echar raíces en el suelo antes de que empiece a crecer; puede tardar hasta un año. El cultivo a partir de semillas requiere de mucho tiempo y esfuerzo, pero puede ser muy gratificante!
El cactus San Pedro lleva mucho tiempo entre nosotros. Al ser originario de la cordillera de Los Andes, se cree que ha sido usado de forma continua por los chamanes peruanos durante más de 3.000 años. La representación más antigua del cactus San Pedro se encuentra en el antiguo templo de Chavín, al norte de Perú, y muestra a una criatura mítica con el cactus - según los arqueólogos, esta pintura data del ¡1.300 a.C.! Esta estimación viene respaldada por el descubrimiento de un vertedero en Chavín, en el que se encontraron restos arqueológicos de puros hechos con el San Pedro.
Por suerte, a diferencia de otros alucinógenos, la práctica de consumir el cactus San Pedro por su contenido psicoactivo sigue siendo hoy en día tan importante como siempre - por alguna razón, esta planta logró eludir la atención de los colonos católicos, que casi acabaron con el consumo de otros alucinógenos de la zona.
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